martes, 29 de julio de 2008

De la India a la Alhambra: Persia


Si bien pecan de legendarios, existen dos textos persas en los que hay huella del paso de las tribus que provenientes del Valle del Indo se dirigían hacia el Occidente.
En uno, Hamza de Ispahan habla del arribo de doce mil músicos zotts a Persia. Esto ocurriría a mediados del siglo X. Un rey de la India con gran poder de convocatoria los habría enviado a embelesar con su música a su primo, el Shah . La cifra de talentos musicales es a veces interpretada como mil doscientos y a veces como ciento veinte. Lo notable es que se trate del numeral medioasiático por excelencia: el sapiente doce. Los doce meses, las doce horas del día, la medida justa para obsequiar rosas. Ninguna referencia a la expulsión o a la impureza de los zotts. Aparecen en la crónica como un regalo, como un intercambio entre monarcas que son primos y que comparten el mismo gusto musical.
El otro texto es el Libro de los Reyes, el Shah Nameh del poeta Firdusi. Esa epopeya extraordinaria y nacionalista con la que el poeta quiso sostener el tallo de la noche persa frente al rotundo mediodía musulmán. En alguno de sus sesenta mil versos pareados menciona a los luris, los trashumantes reacios a la agricultura, propensos al nomadismo, al hurto y a la música.
Saltando leyendas, John Sampson, lingüista inglés, dividió a estos grupos de viajeros del Indo en dos ramas:
La que tomó los caminos del sureste y oeste.
La que apostó por el noroeste.
Es esta última la que seguiremos.